La
mayoría de los mandatarios del G20, encabezados por el presidente ruso,
Vladímir Putin, intentaron este jueves que Barack Obama diese marcha
atrás en su decisión de llevar a cabo una intervención militar en Siria.
La preocupación crece entre los jefes de gobierno ante una actuación militar unilateral por parte de Estados Unidos, con impredecibles consecuencias.
Obama se encuentra en una situación delicada al pedir el visto bueno de los legisladores de su país sobre una intervención que ha sido rechazada principalmente por Rusia, China, Alemania e incluso el Reino Unido.
En esta situación, Estados Unidos tan solo cuenta con el apoyo del presidente francés, François Hollande, quien considera que la intervención militar es la única solución a la crisis de Siria.
La situación del país árabe no se encontraba en la agenda del G20, pero finalmente se convirtió en el tema central de la discusión durante la cena de trabajo del pasado jueves propuesta por el presidente ruso, Vladímir Putin, a petición de varios mandatarios.
Estados Unidos y algunos de sus aliados occidentales y regionales, que tras más de dos años de apoyo a los grupos terroristas en Siria no han logrado derrocar al presidente, Bashar al-Asad, pretenden justificar una intervención militar en el país árabe, acusando al Gobierno de Damasco de haber ordenado un ataque químico.
Por su parte, el Gobierno sirio ha rechazado tajantemente estas acusaciones, además de expresar su disposición de defender su territorio ante cualquier agresión.
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